Trabajo, individuo y sociedad (Tomas Agullo y Ovejero Bernal)
La economía Precapitalista la familia constituye la unidad básica de la producción económica y de reproducción de la vida. Trabaja bajo un régimen de autoproducción y autoconsumo, totalmente ajeno al principio de productividad, regida por la necesidad y por lo tanto sin otra motivación laboral que la obtención de los medios de sustento.
El capitalismo económico se produce a lo largo de la Revolución industrial, en la concentración de las maquinarias y fábricas que cobran cada vez una mayor importancia; donde los productores individuales, desalojados ya del ámbito familiar se convierten en protagonistas de la nueva modalidad de trabajo: El asalariado.
El trabajo asalariado abarca la práctica totalidad de los trabajos. Se entiende toda actividad humana individual física y/o intelectual, de carácter económico realizada conscientemente, deliberada, libre y públicamente con el propósito de obtener algún beneficio.
Ejes principales del trabajo industrial:
1- Contrapartida salarial. El dinero recibido a cambio de la act. Laboral (salarium)
2- Carácter contractual. El empleo conlleva el compromiso de la persona trabajadora con los términos del contrato
3- Función mercantil. Valor de cambio, la fuerza laboral es convertida en mercancía intercambiable.
4- Naturaleza productiva. La maximización del valor económico de la producción de cosas asociada al rol masculino, ha reforzado las desigualdades entre hombres y mujeres.
5- Dimensión pública. Transciende el espacio tiempo propuso de la vida privada y que funciona de acuerdo a las normas jurídicas, morales, económicas que le otorgan a la persona trabajadora, estatus laboral, identidad social y roles profesionales.
En la modernidad industrial no solo funciona como factor económico de producción, para la satisfacción de necesidades primarias sino también como dispositivo regulador de intercambio de bienes y servicios, como ámbito de relaciones sociales, como medio de participación cívica, como soporte a la integración sociopolítica y cultural, como base para la asignación de roles, estatus e identidad social y como punto de articulación entre la vida privada y pública.
El trabajo ha sido un referente para toda suerte de tabúes y de imperativos morales. Esta ambivalencia ha acabado haciendo de él objeto de deseo y de rechazo, del miedo a tenerlo y de perderlo, el ansia por librarse de él y el horror a quedarse sin él, factor tranquilizante y estresante, fuente de numerosos problemas psicológicos, sociales, políticos y morales en situaciones de empleo, subempleo, pre y postempleo y un amplio abanico de beneficios y maleficios de todo orden.
Según la tradición bíblica judeocristiana el trabajo posee una doble vertiente positiva y negativa. Este aparece como maldición y castigo por el pecado: el hombre está condenado a ganar el pan con sudor y la mujer a parir con dolor. Según esta óptica la misión humana posee una doble vertiente:
a) productiva, mediante el cultivo de la tierra y la dominación del mundo
b) reproductiva, creciendo y multiplicándose como especie
En la Grecia antigua contrastan el respeto que expresa Ulises por las tareas laborales que realizaba su padre, con la aversión manifestada en Platón y Aristóteles hacia una act. tan despreciable que hacia de ser confiada a los esclavos y así el resto podía de disfrutar de la libertad de no tener que realizarla.
La percepción contradictoria de la máquina por un lado son percibidas y valoradas positivamente por lo que conllevan a la oportunidad de liberación de tiempo, de esfuerzo y de tareas repetitivas y desagradables. Y por otro lado son consideradas negativamente por la amenaza que encierran de destrucción de puestos de trabajo, de deterioro de las condiciones laborales, de degradación de las persona trabajadora y de disminución de la calidad de vida laboral.
Instituciones educativas de Lidia Fernandez
La institución es un objeto cultural que expresa cierta cuota de poder social. Esta expresa la posibilidad de lo grupal o colectivo para regular el comportamiento individual.
El nacimiento y acontecer del sujeto humano se produce en una trama de relaciones y sucesos pautados por instituciones que pasan a formar parte del interior de la subjetividad y a funcionar como un regulador social interno.
Las interizaciones más profundas se hacen en los primeros períodos de vida, ahí es cuando el ser humano es más indefenso. El terror se expresa a través de la culpa y el remordimiento y este funciona como un organizador para las normas sociales.
“Las normas que tienen mayor vigencia en un grupo social se presentan al individuo de manera múltiple”. Son las normas expresas y dichas en las relaciones, si el ser humano so se moldea según su forma queda excluido de su grupo. Desde ellas entran a configurar la trama de vínculos en la que cada sujeto se identifica con los otros del grupo. Funcionan como un código.
Violar los marcos que establecen las instituciones acarrean el riesgo del castigo externo e interno de la autoridad. Así como el peligro de ser desmembrado del cuerpo grupal.
Cuando el poder regulador de las instituciones internalizadas fracasa el conjunto ejerce su poder de vigilancia y castigo.
“El conjunto social no es homogéneo” ya que dentro de él se diferencian grupos y sectores que reivindican su derecho en la cuota de bienes sociales. Más poder para manipular las cosas y las personas, así como estos grupos conquistan el usufructo de estos derechos y producen explicaciones que los justifican, generalmente enraizados en elementos míticos, mágicos o religiosos.
Nos encontramos frente a una tensión inevitable entre los grupos y sectores con diferente posición respecto a los derechos especiales. Las instituciones que preservan la subsistencia del conjunto social son también maneras de preservar la particular forma de la que se ha distribuido el poder para el uso privilegiado de bienes económicos, sociales y culturales.
Cando las instituciones se singularizan en la forma de una unidad organizacional concreta definen un espacio geográfico, imaginario y simbólico en el que el sujeto humano encuentra seguridad, pertenencia y desarrollo y que contiene en el mismo ámbito la enajenación, la exclusión y el sufrimiento.
El orden de significados, reglas y valores que se generan para garantizar la persistencia de los modos de funcionamiento que aseguran la vida del establecimiento, asienta la división del trabajo y del poder. Así se generan dos tipos de tensiones: las que provienen de la renuncia a aspectos del proyecto personal en función del proyecto institucional y las que provienen de la microdinámica del poder entre los diferentes grupos y sectores funcionales.
Las instituciones son producciones de la vida social que aseguran la persistencia de las condiciones garantes de su continuidad y legitimidad. Se ven incluidas en un juego de explicitación y encubrimiento. Explicitación de los aspectos que muestran el orden establecido como el único posible y encubrimiento de aquellos otros que develaron el carácter cultural de tal orden y las violencias sobre las que se asienta.
La mirada de un problema desde un enfoque institucional será una mirada que procura desmontar el conjunto de explicaciones que lo ubican en un orden natural y se interrogará por sus diversos niveles de significado.
“Existe en toda organización social un monto de conocimiento que permanece oculto”. Se trata del conocimiento relacionado con el origen social y cultural de una serie de rasgos que con diversas manifestaciones se plantean como naturales o normales.
Los grupos y sectores se benefician de la estabilidad mantenida por la ocultación y sostienen fuertes barreras y operan activamente para impedir su develamiento y difusión.
La liberación del conocimiento y su circulación generan movimientos sociales que procuran la transformación de las condiciones de enajenación y justicia, permitiendo la recuperación de la capacidad para pensar la realidad con mayor autonomía y desencadenan un movimiento interno de liberación respecto a conflictos y modalidades de relación de índole regresiva.
La institución refiere a normas-valor de alta significación para la vida de un determinado grupo social, fuertemente definidas y sancionadas con amplio alcance y penetración en la vida de los individuos.
Muchas veces la institución es vista como sinónimo de establecimiento definido como una concreción material y la versión singular de una norma universal abstracta.
El aporte de las corrientes institucionalistas francesas han añadido el punto de vista dialéctico a la dinámica de lo institucional y proponen discriminar en la operación concreta de las instituciones lo instituido y lo instituyente (el cuestionamiento, la critica, lo opuesto…)
El edificio y sus instalaciones como espacio material conforman un conjunto de condiciones que afectan la calidad de enseñanza y aprendizaje. Generan sensaciones de comodidad o incomodidad y con ellas comprometen la posibilidad o dificultad de los sujetos.
En el nivel simbólico el edificio y sus instalaciones deben ser considerados:
a) Constituyen y funcionan como el continente de un conjunto de grupos humanos, que a lo largo de la historia van configurando una identidad institucional.
b) Operan como vinculo de expresión en la relación de la población escolar con la autoridad social. Rotura y el maltrato de los edificios son modos regresivos de hacer oír la disconformidad, la critica y el cuestionamiento.
c) Son expresión de un modelo pedagógico que condicionan en buena parte el comportamiento de los individuos.
Un establecimiento institucional es una unidad social dotada de espacios, instalaciones y personal. Funciona de un modo organizado de acuerdo a ciertas metas y programas de acción, y asegura su dirección ritmo y calidad de producción a través de la regulación del comportamiento y las interacciones.
“…como establecimiento elabora la versión singular de las inst. sociales.” Esta versión constituye una cultura institucional donde se integra un lenguaje, una serie de modalidades valoradas para hacer las cosas y relacionarse, un modo particular de enfrentar las dificultades, de controla las situaciones y resolverlas y un conjunto de expectativas respecto del comportamiento considerado aceptable.
El establecimiento de pertenencia es para los individuos que lo conforman y para los que sin pertenecer conocen su existencia.
La pertenencia el dos dimensiones son:
Desde el punto de vista formal, el sujeto establece con la institución una relación basada en un rol. Este rol significa una posición en el sistema de poder.
Desde el punto de vista fantásmatico, el sujeto establece una vinculación con el establecimiento como espacio imaginario en el que operan los fenómenos de circulación y resonancia fantasmática.
La pertenencia formal implica un intercambio entre los factores de inversión y retribución definidos para el rol. El sujeto invierte en la pertenencia edad, experiencia, formación, tiempo, trabajo y recibe a cambio retribuciones materiales y simbólicas ( prestigio, poder)
La pertenencia se ve favorecida por el equilibrio entre factores de inversión y retribución y perturbada por cualquiera de los dos tipos de descompensación posibles: más inversión que retribución (resentimiento, humillación); menos inversión que retribución (vergüenza, culpa, hostilidad de los otros)
Los márgenes de discrecionalidad que otorga al sujeto se relaciona de forma directa, con la posibilidad de desarrollar la creatividad y utilizar la pertenencia y disminuye los niveles de conflicto.
La cuota de enajenación que necesariamente acompaña a la pertenencia se vincula de forma genérica a la renuncia que el sujeto debe hacer de su deseo de libertad y satisfacción de necesidades personales, en función de su aporte al cumplimiento de las metas colectivas. De forma específica, esa cuota varía según la posición del sujeto en la distribución del poder.
La pertenencia fantaseada tienen que ver con el carácter que el establecimiento adquiere como objeto psicológico. Las instituciones funcionan para los individuos también como defensa contra las angustias de tipo primario (depresivas y paranoides).
La inclusión en un grupo es indispensable para el sujeto humano. La pertenencia permite la satisfacción de necesidades impostergables, sin embargo el estar con otros puede resultar riesgoso y activar esas angustias, amenazando al yo del sujeto con múltiples peligros (el rechazo, la hostilidad, la desaprobación, el manipuleo, la vergüenza)
Una distancia excesiva impide al sujeto unirse a los otros y encontrar en ellos el apoyo afectivo contra la soledad, frente al propio mundo fantasmàtico. Una distancia excesivamente escasa aumenta el riesgo de enajenación e intensifica las angustias primarias.
La cara oculta de la escuela (Mariano Fernandez Enguita)
Siempre ha existido algún proceso preparatorio para la integración de las generaciones jóvenes a los requerimientos de la producción.
En las soc. primitivas la iniciación de niños y adolescentes es encomendada a través de algún rito a los adultos o ancianos y en otros casos a la familia.
En la Roma arcaica nos encontramos con un aprendizaje familiar y participación de la vida adulta: el joven varón acompaña al padre a trabajar la tierra , a la guerra, mientras las hijas permanecían con las madres ayudándolas en otras tareas. Para el campesino la escuela solo podía ofrecer el adoctrinamiento religioso y político.
Algo similar ocurría en la Edad Media, a diferencia que la educación o el aprendizaje se daba en el seno de otra familia. Desempeñaban funciones serviles y no estaba muy clara la frontera entre los sirvientes y los niños que eran encomendados para su educación.
La escuela estaba reservada para quienes estaban llamados a la carrera religiosa. El artesano acogía a un pequeño número de aprendices y estos estaban obligados a servir fielmente al maestro en las tareas del oficio y la vida doméstica. El maestro estaba obligado a enseñarle las técnicas del oficio, alimentarlo, vestirlo y darle una formación religiosa y moral; y a menudo enseñarle los rudimentos literarios o enviarlo a una escuela para adquirirlos. Culminando su propia carrera alcanzando la condición de artesano independiente.
En aquella época era normal que los niños fueran educados por otras familias ya que estas no estaban vinculadas por lazos afectivos, por lo tanto no era el lugar más adecuado para aprender los lazos de dependencia y autodisciplina necesarios. Para ello era precisa una relación más distanciada entre el maestro y el aprendiz, y este no se encontrara obstaculizado por el afecto.
Los jóvenes nobles que servían en una casa ajena eran encomendados a un preceptor. El ideal educativo de nobleza feudal no pasaba por las letras, sino por montar a caballo, usar armas y tal vez tocar algún instrumento musical.
Una gran masa sería desposeída de sus medios de vida en el proceso de revolución Industrial, pordioseros, vagabundos, huérfanos.
El desarrollo de la manufactura convirtió a los niños en la golosina más preciada por los industriales; directamente como mano de obra barata o como futura mano de obra necesitada de disciplina. Lo esencial era educar a los niños en la disciplina y los hábitos necesarios para trabajar posteriormente.
“ La vía intermedia era la única que podía suscitar el consenso de las fuerzas bienpensantes: educarlos, pero no demasiado”. La idea principal era educar a las personas lo bastante para que aprendieran a respetar el orden social, pero no tanto que pudieran cuestionarlo. Lo suficiente para que conocieran la justificación de su lugar en esta vida, pero no hasta el punto de despertar en ellos expectativas que les hicieran desear lo que no estaban llamados a disfrutar. Que mejor para ello que la religión.
La proliferación de la industria iba a exigir un nuevo tipo de trabajador, este debía aceptar trabajar para otro y hacerlo en las condiciones que el otro le impusiera. La fe, la piedad, la humildad, la resignación que el reino de los cielos pasará a ser de los pobres y que los últimos serán los primeros podían ser suficientes para obtener la sumisión pasiva del trabajador.
Nada era más seguro que moldear la voluntad del trabajador desde el momento de su formación. El instrumento idóneo era la escuela, estaba allí y podía sacarse buen partido de ellas. El acento se desplazó a la educación religiosa, la disciplina material, la organización de la experiencia escolar de modo que generara en los jóvenes los hábitos, las formas de comportamiento, las disposiciones y los rasgos de carácter más adecuados para la industria.
Los trabajadores educados mostraban un comportamiento más ordenado y respetuoso. El ignorante y el ineducado era más turbulento y problemático que actuaba bajo el impulso de la pasión y la envidia. La escuela primaria formaba hombres de empresa.
El objetivo de la escuela era tener a los alumnos entre las paredes del aula, sometidos a una mirada vigilante del maestro el tiempo suficiente para dominar su carácter y dar la forma adecuada a su comportamiento.
El proceso de industrialización de los EEUU se combinaron la industrialización más avanzada y la llegada de sucesivas oleadas de inmigrantes no habituados al trabajo industrial.
La escuela fue el mecanismo principal de su americanizaciónencargado de borrar su pasado, sus tradiciones culturales y su lengua, convirtiéndolos en ciudadanos de la nueva patria. Tambié fue una estrategia defensiva de una comunidad alarmada ante una promiscuidad de lenguas y culturas que amenazaban con su identidad. Pero esta comunidad bien sabía que su posición dependía de las inmigraciones de mano de obra barata por lo que era necesario erradicar los irregulares hábitos del trabajo de los inmigrantes y sustituirlos por otros más adecuados.
La escuela iba a jugar el papel de socializar a las generaciones jóvenes para el trabajo asalariado.
La preocupación primaria era habituar a los recién llegados y a sus hijos la puntualidad y regularidad.
A mediados del s19 se insiste en la puntualidad, la regularidad, la atención y el silencio como hábitos necesarios para lo largo de la vida.
“Más que una evolución histórica, la historia de la educación es la de una sucesión de revoluciones y contrarrevoluciones” ya que a lo largo de la historia la escuela ha cambiado mucho más de lo que permanece y está ha cambiado en un sentido radical, no acumulativo. Por ejemplo en las universidades medievales los estudiantes elegían un rector, podían asistir armados a clases y multar o sancionar a cualquier profesor que no cumpliera con sus obligaciones; en cambio en las actuales los estudiantes carecen de cualquier tipo de poder y no pueden influir sobre el cuerpo docente.
Escuela y Sujetividad de Alvarez Uria
La homología existente entre la cultura educacional y la cultura de las familias de clase media refuerza las posibilidades del éxito académico de los niños pertenecientes a estos grupos sociales. La distancia que separa los valores y representaciones de estos grupos contribuye a paralizar y excvluir a los niños procedentes de las clases trabajadoras. Eso explicaría que el fracazo escolar recaiga predominantemente sobre los niños más pobres.
No existe una fórmula mágica capaz de contagiar la pasión por el conocimiento pero si un maestro capaz de estimular el hambre de descubrir. Esta fascinación no tiene que ver con el saber, cuanto con la conciencia de la ignorancia y el deseo de salir de ella.
Camus representa en el Liceo la figura del becario, es decir la figura de un estudiante carente de medios económicos y de capital cultural heredado. Si este logra salvarse del naufragio escolar, esto se debe únicamente a sus esfuerzos, a su inteligencia y a su fuerza de voluntad y constancia.
El becario es una excepción que confirma la regla, es una figura funcional a los valores meritocráticos, es decir que él es el principal responsable de sus éxitos y evita responsabilizar al sistema escolar de los fracasos.