El ocio en las sociedades de masa

Las dos últimas décadas del siglo XIX y primeros años del XX, fueron una etapa de transformación sin precedentes, en la que se alteraron sustancialmente las estructuras de la sociedad y de la política, las formas de la vida cotidiana, el comportamiento colectivo, las relaciones sociales y la organización de la producción, del trabajo y del ocio. Dos hechos fueron determinantes para el surgimiento de las sociedades de masas: la llamada «segunda revolución industrial» y el espectacular crecimiento que la población, y sobre todo la población urbana, experimentó en ese tiempo.
Al finalizar la primera guerra mundial, y debido al descontento generalizado de las sociedades con los gobiernos, es que surgen las dictaduras de esta época. El fascismo italiano y el régimen nacional-socialista alemán eran dictaduras que aspiraban a la plena centralización del poder y al total control y encuadramiento de la sociedad por el Estado a través del uso sistemático de la represión y de la propaganda. Tanto el fascismo como el nacionalsocialismo, representados en las figuras de Mussolini y Hitler respectivamente, supieron hacer uso de las masas en su provecho. El ideal de estado totalitario requería la centralización del aparato propagandístico y la eliminación del adversario. Ambos sabían que el control de los medios de comunicación era imprescindible para lograr una opinión pública favorable a sus regímenes.
Tomado el poder por los nazis, inmediatamente se procedió a centralizar la maquinaria ideológica. Una de las primeras acciones de Hitler fue tomar medidas sobre los medios de comunicación: suspendió la libertad de prensa y monopolizó la información dejando al cine, la radio, el teatro, etc. en manos del estado y el gobierno. La propaganda hitleriana proponía llegar a toda la población y apuntaba en especial a la juventud. Creo un ministerio de propaganda que debía influir espiritualmente en la nación, hacer publicidad para el estado, la cultura y la ciencia, informar a la opinión publica dentro y fuera del país, y administrar y controlar todas las instituciones que ayudan a esos fines. Lo nombro a Goebbls ministro de comunicación, quien dividió su ministerio en 5 grandes departamentos: radio difusión, prensa, cinematografía, teatro y propaganda. De esta forma quedaban cubiertas las actividades de ocio de las sociedades; de manera tal que cualquier actividad que se realizara bajo el supuesto del ocio terminaba siendo una forma mas de expandir la ideología de estos regímenes. El cine poseía el carácter de un medio educativo nacional – socialista, que buscaba a través de cada película influida por las ideas políticas, influir en las masas. La pintura y la escultura también disponían de sus correspondientes departamentos en el ministerio de propaganda. Se creo también el departamento de literatura donde Goebbls decía que el libro debería mostrar al pueblo alemán el poderoso “fondo” de los hechos históricos de aquel tiempo.
La represión es algo que se ve en todos los estados fascistas. Cuando Mussolini alcanzó el poder, el partido se fue conformando como un estado dentro del estado: dispuso de su propia milicia, controló la propaganda, dirigió la policía política y gobernó los campos de concentración para los prisioneros políticos. El régimen fascista italiano utilizo en gran medida la propaganda, la acción cultural, las movilizaciones ritualizadas de la población y la integración de ésta en organismos estatales. El fascismo hizo igualmente de la cultura y del deporte vehículos de propaganda estatal y de expansión ideológica. Desde 1934 se organizaron los Lictoriales de la cultura y el arte, especie de congresos sobre cuestiones políticas, literarias y artísticas que pretendían actualizar el espíritu de los juegos greco-romanos y que eran meros fastos propagandísticos.

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